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17 de diciembre de 2010

el campeón se congela. BAYER 1 - ATLÉTICO 1


No se había agarrado al milagro ni siquiera Quique, realista hasta la resignación, que no daba un duro por el Rosenborg en Grecia, carambola fundamental para apurar las opciones de clasificación atlética. El Aris venció y mandó a la cuneta al vigente campeón, que bregó en la nieve alemana, muy propensa a la épica, pero quedó varado en Europa demasiado pronto, malgastando el trofeo que le había devuelto la grandeza hace apenas siete meses.

No hay excusa para una fase de grupo lamentable. Sentenciado tras palmar los dos partidos contra el Aris de Cúper -sorprendente rival que mereció de sobra la clasificación: tumbó al campeón dos veces y salió invicto como local-, el Atlético ha pagado precio por sus lagunas en casa y solo ha sido capaz de vencer al Rosenborg. Y con apuros, como el rescate de Tiago en Trondheim a última hora. Apenas mereció victoria y media hasta ayer, donde dió su mejor versión en la competición.

Sobre el tapete blanco de Leverkusen, impracticable, el Atlético sacó rabia y se pegó una paliza, encomiable orgullo de campeón que advierte que deja atrás el bache de las últimas semanas. En su montaña rusa particular, se tomó el cierre europeo como terapia para afrontar reforzado las próximas fechas ligueras.

Con Reyes en la banqueta, suplido en la banda por Raúl García, el equipo se inclinó a la izquierda, donde Filipe Luis y Simao abrieron una vía para percutir la zaga rival. El portugués, con un pie en el Besiktas, no entiende de remilgos ni de protección frente a lesiones. Dará el máximo hasta el final.



No le costó al Atlético de Madrid superar ampliamente a la versión reducida del Bayer, sin muchos de sus internacionales, e incluso pudo dejar cerrado el partido en la primera mitad, pero no acertó con las ocasiones. Bajo la ventisca, los rojiblancos adoptaron su jugada favorita: Agüero. Es un hecho que el argentino ha dado un salto, pero corre riesgos el Atlético si planea hacer de él su única y constante solución a todos los problemas. Ojo, que el Calderón conoce bien esa historia.

De Gea el primero, y todos sus compañeros después, consignaron mandar indiscriminadamente balones al Kun para que el chico sacara petroleo. En la primera que tuvo el argentino, se internó, sentó a dos rivales y su centro pasó entre el medio metro que quedó entre Forlán y la portería. Calcó el desborde Simao por el costado contrario, brindando un pase de la muerte que el uruguayo estrelló en Giefer.


El gol en Tesalónica anestesió al Atlético, que salió a la reanudación con poca fe en los milagros. Quique probó con Diego Costa, que para el combate en condiciones extremas parecía una opción más útil que Forlán, pero al rato se le hizo la noche con el tanto de Helmes, que se impuso al sprint a Perea, tras un melonazo de Hyypiä y la peinada de Klessing.

Simao -el futbolista que disputó más minutos europeos- dejó su sitio a Mérida en un relevo significativo, y el chaval en la primera que tocó -la primera- mandó a la red un balón que Agüero se había empeñado en domar entre la nieve y los rivales. El empate encabritó al Atlético, pero Agüero falló franco en el área pequeña y Suárez mandó un rechace de Giefer a la luna.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

carta abierta a garcia pitarch en http://furlopa.blogspot.com/ a ver que os parece

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